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El músico Marcelo Lo Bianco revela detalles de la emblemática banda marplatense Maplot, cultores de un estilo muy particular que fue elogiado -por ejemplo- por Astor Piazzolla y Luis Alberto Spinetta.

 

¿Revisionismo o nostalgia? A veces buceamos en el pasado para interpretar una historia o la propia biografía, y con ello resignificar ciertos recuerdos. Allí podemos encontrar imágenes que estaban solapadas, u otras que hoy tienen un nuevo brillo. La memoria es plástica, dinámica.

- ¿Qué recordás de tus comienzos en la música, Marcelo?

- Me crié escuchando música, de pequeño escuchaba la radio, a escondidas, de noche me la llevaba a la cama para que no me reten por dormir tarde. Mi prima Susy me dio clases de piano, me alentaba mucho. Pero no era el piano para mí. Un día conozco a Raúl Islas en el colegio, nos sentábamos cerca, y a la salida me pregunta si lo acompaño al centro a comprar una cuerda. Yo ni pregunté a qué cuerda se refería, supuse que nos dirigíamos a una ferretería, y al llegar a la casa de música me cuenta que era guitarrista. Me invitó a su casa y había muchos instrumentos, entre ellos un bandoneón de su padre. Él me enseñó los primeros pasos en la guitarra, le estoy muy agradecido, y lo que tocaba era increíble. Todo de oído. Tocaba música clásica en la guitarra nivel 5to año del conservatorio, pero como no leía música, no lo reconocían. Tenía un cuaderno lleno de canciones que había sacado de oído, Beatles, Genesis, lo que le pidas. Un día abro su cuaderno con mucho asombro y le digo, tocate esta, la número 268… y la toca!!! Para mí cumpleaños número 13, mis padres me regalan una guitarra.

Marcelo Lo Bianco, Raúl Islas y Jacinto Jacky Patruno conformaron un trío musical que se ganó un lugar destacado en el ambiente juvenil marplatense, cuando los grupos y cantautores locales generaban –casi sin darse cuenta- una nueva corriente artística y popular.

- ¿Cómo se inició el trío Maplot?

- Tomé clases con profesores del barrio y nos juntábamos con Islas en su casa los sábados a armar temas propios. Teníamos un pequeño repertorio, compañeros del colegio y amigos nos escuchaban. Estuvimos así, 3 años aproximadamente, hasta que un día me llama y me cuenta que había conocido en una panadería a un flaco parecido a Spinetta y amigo además. Tocaba en un trío de rock, pero que se habían separado y quería hacer una música diferente. Islas le cuenta lo que estaba haciendo conmigo y lo invita a nuestro ensayo para conocer el material. Ya con su bandoneón en mano, tocando de oído, y yo en guitarra, nos habíamos afianzado en decir “nuestra música”, “nuestros temas”. Llega Patruno esa tarde y nos escucha, se sorprendió mucho, en un momento lo invito a sumarse a tocar, pero venía de otro tipo de música, más del blues, y los riff del rock.

Cuando vino Spinetta al Pigalle a tocar, fui a la prueba de sonido y estaba Patruno, quedamos en vernos en la semana. Así pasaron varios meses. Yo quería armar un grupo, me pareció que con su entusiasmo y sus contactos podríamos hacer algo muy bueno. Patruno estaba también con la idea de formar una banda, conmigo, pero no con Islas. Hasta que se conocieron bien. Después de varias charlas y pruebas con su posible elegido, decidí no incluirlo. Pensé que con Islas y Patruno podría formarse un buen trío y no me equivoqué.

Yo no estaba técnicamente al mismo nivel de él y mucho menos de Islas. Pero lo mío era componer dentro de un estilo propio. Comenzamos a ensayar el repertorio de temas que ya teníamos. Y salimos a presentar lo nuestro. La escena local y nacional era muy distinta a nuestra propuesta, pero era nuestra.

En 1980 se hace un festival de bandas locales en el centro Gallego y nos presentamos con mucha timidez. Con nuestros apellidos, Lo Bianco Patruno Islas. Grabamos un demo que escuchó Spinetta y le gustó mucho, aunque sugiere un nombre para el trío, porque los apellidos no iban a entrar en el afiche. Patruno inmediatamente organiza un teatro Colón con Spinetta Jade y nosotros de teloneros con el nombre de Maplot, creado por él mismo, llamado el “mamarracho marplatense”.

Me daba lo mismo el nombre, lo de mamarracho no me gustaba, pero me importaba otra cosa. Con Islas en la guitarra y bandoneón y Patruno, me dije “nada puede fallar”. Y así fue, el 17 de enero de 1981 debutamos con mucho éxito, ante el público de Spinetta, como Maplot.

- ¿Tu relación con Jacky Patruno y Raúl Islas era de complementación? Me refiero a la forma de componer, arreglar, sumar o descartar temas del repertorio…

- Tuvimos que aprender a complementarnos, sacarnos fotos, confeccionar y pegar afiches, etc., lo que hacían todas las bandas de la época. No era solo ensayar y tocar. Cuando tocábamos en Capital hacíamos lo mismo. Era muy desgastante. En la música, cuando llevaba un tema completo cada uno aportaba algo para que quede mejor. Nunca tuvimos la intención de bajar un tema que sea de otro. Al contrario, trabajábamos para mejor, y eso la gente lo notaba, cada presentación era mejor a la anterior. Yo llevaba muchos temas para trabajar, la mayoría del repertorio, no se descartaba nada, cuando nos presentamos solos en teatro, teníamos un listado de 20 temas, los que quedaban afuera los tocábamos en la próxima. Una sola vez, con Islas en el año 1982 hicimos juntos “Cadena perpetua” a 2 guitarras y bandoneón pero no lo tocamos nunca en vivo.

- Maplot se salía del cannon de la época: no era rock progresivo, ni new wave, ni glam, ni punk, ni tango ni folklore tampoco. Ustedes decían que era “música marplatense”.

- Lo de “música marplatense” vino por el lado de una nota que nos hizo Pettinato en la revista Humor, puso algo así como “música con sabor a mar”, nosotros siempre decíamos Música Popular Argentina y de ahí surgió, pero era una forma de identificarnos en Buenos Aires. En los programas de La Trastienda nos anunciaban como Música Contemporánea. Acá en Cultura esa frase gustó y supongo que salió de ahí. La frase “música marplatense” es como una identidad al presentarte fuera de tu ciudad.

- No hay una definición de diccionario…

- No existe una escala musical marplatense o un ritmo o una armonía innovadora a tal punto, como si ocurre en la chacarera o en la zamba… lo mismo que con las empanadas (Risas).

- Contame de Piazzolla.

- Yo escuchaba de muy chico a Piazzolla, tenía el álbum Pulsación y no me cansaba de escucharlo en mi Wincofón. Cuando vino a Mar del Plata fui al hotel donde paraba, lo trajo la Secretaria de Cultura por 10.000 dólares, tuvo consecuencias parece esa contratación… Cuando me dijeron que me lo iban a presentar casi no podía hablar, era como conocer a San Martín, o Cristóbal Colón, qué se yo. Escuchaba lo que decía y era muy gracioso, le caí bien y se interesó en escuchar lo que hacíamos, quería que la gente joven haga música distinta a la de moda. Cuando escuchó “Boulevard Marítimo”, que compusimos con Islas, dijo que le había gustado y le parecía “Árabe”. Nos propuso muy a la ligera acompañarlo en una gira mundial… (Risas)

- ¿Y el flaco Spinetta?

- A Spinetta lo conocí por Patruno, eran amigos, y también de Battilana (Jorge “el gordo” Battilana, productor artístico, periodista, cantante). Le gustaba mucho nuestro trabajo, estaba muy interesado en producirnos en un futuro, ya que no era momento de tirar manteca al techo para nadie. Todavía estaba con Spinetta-Jade, semejante trayectoria, y alquilaba, no era masivo decían. Todo un tema. Los fines de semana, viajando a Buenos Aires, a tocar, hacer prensa, TV, radios, etc. Era ir y venir. En Mar del Plata ya habíamos tocado con Nito Mestre, Nebbia, Gieco, en un ciclo con Piazzolla, Saluzzi, Teresa Parodi y algunos más que no recuerdo. Maplot fue la música, lo que le gustaba a Spinetta, no era por la amistad, todo lo hizo la música.

. Cuando un artista muere joven queda un halo sobre su figura, sobre la evocación de su obra. ¿Qué pensás de Patruno? ¿Cómo te afectó su temprana partida?

- No había ni mentor ni líder espiritual en el grupo, ni nada de eso. A mí nunca me gustó ir a la radio, menos la televisión y esas cosas....a Islas y Patruno sí, todo era un equilibrio. En el año 84 Islas quería armar un quinteto y Patruno quería volver al rock. Ok dije, esto se termina, un 29 de octubre de 1984 les dije que dejo la banda, yo me fui a estudiar guitarra a Bs As con James Tobias. Fueron casi 5 años de mucha dedicación a Maplot...

Qué pienso de Patruno. El flaco era muy trabajador, incansable, un verano a las 3 de la tarde con un calor terrible lo invito a un bar a tomar algo fresco, todavía no armamos el trío, y él trabajaba en el Teatro Tronador, siempre hablábamos de música, teníamos distintos gustos a lo mejor, pero coincidimos siempre en la música elaborada. Esto fue en el año 78, 79. Después de mi ida del grupo lo volví a ver, pasaron algunos años. En 1998, me contó de su enfermedad, lo primero que me preguntó fue por Islas, y nos empezamos a reír de éste personaje, le dije que vivía en Chile hace unos años, su intención era volver a juntarnos, creo que cansado del rock, la industria y las promesas una vez más. Me entero, creo que en 2007, que no estaba bien, hablamos por teléfono un rato… y fue una noticia muy triste.

El comienzo de la década del 80 tuvo una explosión de lo que la prensa llamó “rock nacional”. La difusión a través de los medios masivos de comunicación, los recitales, las revistas especializadas, y el devenir de “la primavera democrática” que florecía por toda la sociedad…

- ¿Se influenciaron mutuamente con toda esa generación de músicos que irrumpieron en la escena de Mar del Plata entre fines de los años 70 y mediados de los 80? Había muchos festivales, pubs, teatros, zapadas… y se grabaron discos, cassettes…

- Influencia musical de los grupos locales a lo mejor yo no he tenido, pero siempre admiré a un montón. Espectro Solar, Vimana, los grupos donde estuvo Roque Figliolo, Marciale, Lambertini, me gustaba Striptease también, me olvido de varios, Némesis, Tribemol... También estaba Julián David con su grupo, Arriagada, todo era muy variado y muy grosso. Había mucha movida creativa.

Mientras Lo Bianco va mencionando algunos yo voy rememorando otros: Luis Caro, Eva Triguero, Marcelo Sanjurjo, Luis Reales, Mayte Caparrós, los Corradini, Oscar Moyano, Campos, Roude, Juvenal, Albornoz, Chazarreta, Robles, Adobbati, Mery Beat, Edy Cachela, Alacrán, Boreal… Una verdadera pléyade de compositores e intérpretes configurando nuestro mosaico cultural.

- Volviendo al presente, a mí me parece que Lo Bianco-Islas mantienen la misma irreverencia y desparpajo de aquel entonces, pero con la seguridad de los conocimientos musicales consolidados. ¿Puede ser?

- Es muy linda tu palabra irreverencia, desparpajo, en la música, soy el peor de todos en eso (Risas). En mi banda actual está siempre Jorge Limiñana en el bajo a quien admiro de la época de Espectro Solar, es versátil, y le gustan los desafíos, estamos muy cómodos. Y por supuesto, en Alemania con el maestro Solare, con quien también haremos música.

- También creo que vamos hacia un sincretismo muy acelerado. Si bien esto siempre fue así, ahora por las telecomunicaciones y la mundialización se acentúa. ¿Cómo lo ves?

- La escena local la veo con bandas nuevas, muchas que no son conocidas pero surgen en los garages y estoy seguro que cuando pase esta pandemia volverán los festivales, teatros y pubs con más fuerza. Ya no hay nada que envidiarle a Buenos Aires.

Marcelo toma su guitarra para ensayar algunos de los temas de su banda “Adiós bandoneón”… o tal vez en la improvisación vea la luz una arcana melodía que cobre vida y se desarrolle para sorprendernos en el próximo encuentro.

Imágenes: Archivo personal de Marcelo Lo Bianco. Reportaje de Jorge Nuñez Arzuaga

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