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El papa Francisco presidió este domingo en la Basílica de San Pedro, la misa por la Jornada de los Pobres, durante la cual, expresó que “La injusticia es la raíz perversa de la pobreza”, y que el grito de “muchos Lázaro, en el mundo es cada vez más fuerte, pero cada vez menos escuchado”.

 

El papa Francisco, en su homilía, centró la pobreza como paradigma cristiano: “Vivir en contacto con los necesitados no es la moda de un pontificado”, expresó ante unas seis mil personas.

Según da cuenta el cable de la agencia AICA, el Papa aseguró que “La injusticia es la raíz perversa de la pobreza”, denunciando que el grito de “muchos Lázaro” en el mundo es cada vez más fuerte, pero cada vez menos escuchado, sofocado por el estruendo de unos pocos ricos, que son cada vez menos pero más ricos.

Comentando las lecturas bíblicas del XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, el Santo Padre dijo que, Jesús realiza tres acciones en el Evangelio: Jesús va contracorriente, deja el éxito, luego la tranquilidad 

La primera acción, señaló el pontífice, “Jesús la realiza en pleno día: deja a la multitud en el momento del éxito, cuando lo aclamaban por haber multiplicado los panes. Deja el éxito –subrayó-, para ir hacia Dios, rezando, y hacia los necesitados, amando. Son los auténticos tesoros de la vida”.

La segunda acción, señaló el Santo Padre, Jesús lo realiza en plena noche, alienta. El Maestro se dirige hacia los suyos, inmersos en la oscuridad, caminando «sobre el mar». “Jesús, en otras palabras, va hacia los suyos pisoteando a los malignos enemigos del hombre. Aquí está el significado de este signo – precisó el Pontífice – no es una manifestación en la que se celebra el poder, sino la revelación para nosotros de la certeza tranquilizadora de que Jesús, solo Jesús, vence a nuestros grandes enemigos: el diablo, el pecado, la muerte, el miedo, la mundanidad”.

La tercera acción, explicó el Papa, Jesús lo realiza, en medio de la tormenta, extiende su mano. Agarra a Pedro que, temeroso, dudaba y, hundiéndose, gritaba: «Señor, sálvame». “Podemos ponernos en la piel de Pedro – invitó el Papa – somos gente de poca fe y estamos aquí mendigando la salvación. Somos pobres de vida auténtica y necesitamos la mano extendida del Señor, que nos saque del mal. Este es el comienzo de la fe: vaciarnos de la orgullosa convicción de creernos buenos, capaces, autónomos y reconocer que necesitamos la salvación. La fe crece en este clima, un clima al que nos adaptamos estando con quienes no se suben al pedestal, sino que tienen necesidad y piden ayuda”. 

Por esta razón, explicó Francisco, vivir la fe en contacto con los necesitados es importante para todos nosotros. No es una opción sociológica, no es la moda de un pontificado, es una exigencia teológica. Es reconocerse como mendigos de la salvación, hermanos y hermanas de todos, pero especialmente de los pobres, predilectos del Señor. (InfoGEI)