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Cuando la Justicia no sólo tiene una venda en los ojos, sino también tapones en los oídos, los medios de comunicación se convierten en amplificadores de las voces de las víctimas.

 

Por ello es que cada vez más personas recurren a dar testimonio en la prensa, para que la sociedad se entere y tome conciencia de la violencia que se escabulle en los más variados intersticios de la cotidianeidad.

Prendemos el grabador y María Tobio nos cuenta, en una mezcla de dolor y bronca, la incertidumbre que hoy la atraviesa:

“Fui víctima de abuso sexual infantil intrafamiliar, por parte de mi padre, mi tío y mi abuelo. A partir de los 3 años, más o menos, que tengo los primeros recuerdos, hasta casi los 12 (año 1997). Recién el 29 de enero de 2021 logro hablar y hacer la denuncia; el 15 de febrero me avisan por las redes sociales que Juan Carlos -mi progenitor- vendió sus pertenencias y se fue… yo solamente quedé con una restricción de acercamiento a 300 metros, no me dieron botón antipánico ni ninguna aplicación; el día 22 de febrero el fiscal Alejandro Pellegrinelli me notifica de que la causa prescribe, que no se le hace una investigación a la acción penal por prescripción de la misma. Es decir que yo no pude acceder a la justicia en forma preliminar, por la instrucción penal preparatoria, yo lo esperaba en un futuro juicio pero no de entrada con el fiscal…”

María hace una pausa, respira profundo y continúa:

“Mi papá era policía, era quien debía protegerme y la verdad abuso de mí, me violó, y me sometió en reiterados momentos con su hermano y con su padre. Mi familia también sufría violencia física y sicológica. En principio lo que estoy pidiendo es que se pueda proseguir con la investigación de la acción penal, que no se entienda como prescripción porque no prescribieron ni los dolores ni los recuerdos ni las torturas, sigue a diario, es más, hace poco le mandó un audio a mi hija diciendo que él pasaba todos los días por mi casa y que veía todo lo que nosotros hacíamos, cómo es el movimiento, las reformas que hacíamos en la casa y que se enteraba de todo, es decir que siempre seguí sometida por él de alguna manera al silencio. Yo sabía que el silencio era mi protección. Al día de hoy rompí el silencio y me encuentro totalmente desprotegida, con una justicia que interpreta que prescribieron los delitos sexuales que sufrí durante mi infancia, lo que padecí hasta el año 1997 inclusive”.

“A mí me amparaba el artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional que integra los derechos humanos y los tratados internacionales, es decir que no se me reconoció ni la Convención Internacional de los Derechos del Niño, ni la Convención de Belén Do Para, ni la Convención que previene todas las formas de discriminación contra la Mujer. Ya se han aplicado para la no prescripción de abusos sexuales infantiles, por ejemplo en Chaco, así que no entiendo la respuesta, una vez que la víctima habla cuando puede y no cuando quiere, no puedo proseguir con la acción penal. Se vulnera el derecho a la justicia de los niños, niñes y adolescentes quedando impune los delitos anteriores a la ley 27206”.

“Fueron años de tormentos, incluso después de sufrir los abusos, día a día. Yo no puedo dormir bien, mis hijas a veces me despiertan porque estoy llorando o gritando; no pude formar una pareja estable porque no confío en nadie. Tuve dos relaciones de pareja que no prosperaron en el tiempo, y estoy bajo tratamiento sicológico…”

El relato se agota en esta última frase. No hace falta que diga más. Sus palabras firmes y sinceras me eximen de ahondar con más preguntas o buscar un cierre para la entrevista.

Jorge Núñez Arzuaga, Zona 54 Mar del Plata