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El jefe de Gabinete, Marcos Peña, tuvo que admitir que llegan malos tiempos para Argentina, o peores quizá, y sin embargo no dio el brazo a torcer y aseguró que el Gobierno mantendrá el rumbo económico actual.

 

“Vamos a meses de más contracción y mayores dificultades claramente. Sufrimos un shock y estamos afrontando una tormenta”, dijo en declaraciones radiales.

Agregó que el Gobierno había fijado “metas demasiado ambiciosas en el principio de la gestión”, sobre todo con la inflación, y “en otras cosas que transmitieron un excesivo optimismo o una excesiva facilidad para resolver problemas estructurales”.

Sin embargo, en forma obcecada y casi sin autocrítica, aseguró que “de ninguna manera vamos a aceptar que hoy hay más inflación que en los últimos años del kirchnerismo, cuando había cepo cambiario, debilidad institucional y precios deprimidos, que lo único que generaron fue la destrucción de nuestra matriz energética”.

“Hay que entender que estamos haciendo el esfuerzo correcto. Entendemos las dificultades y las angustias de la gente, pero estamos convencidos que éste es el camino para desarrollarnos a largo plazo y salir de fracasos estructurales”, agregó.

Relató que “hoy somos menos sojadependientes que antes”. “Diversificamos la matriz productiva y eso nos permitió – gracias al crecimiento del maíz, el trigo y la carne- disminuir el impacto de la sequía”, sostuvo.

“Veníamos de un modelo de crecimiento basado en el consumo y pasamos a un modelo de crecimiento basado en la inversión y la exportación”, se animó a decir. Sobre las retenciones expresó que “una economía como la nuestra crece exportando. No hay antecedentes de un país que le cobre tributos a la exportación. La baja de retenciones ha permitido diversificar nuestra matriz productiva”.