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Por Luis Antonioli.

 

“Lograr consensos con todos los sectores políticos y de la sociedad para generar Políticas de Estados”, hemos escuchado infinidad de veces frases o ideas similares respecto a cuál es el camino para lograr un país más desarrollado e inclusivo. Se las expresan en diversas situaciones: en una charla en una panadería, en un asado entre amigos, en una clase universitaria, en todas las plataformas políticas y en los discursos de personas influyentes y políticos. No es el objetivo de este artículo desarrollar teoría sobre que es el consenso y una política de Estado, solo remarcaremos que para su existencia se debe evaluar el proceso a través del paso tiempo, el arraigo en la sociedad y su perdurabilidad en los distintos gobiernos a pesar de los matices que puedan existir. Un claro ejemplo de una política de estado en la Argentina es la defensa del sistema democrático desde 1983.

Es infinita la lista de asuntos sobre los que se reclaman “Políticas de Estado”, desde un sistema macroeconómico estable pasando por obras de infraestructura, educación, salud, hasta el manejo de clubes de futbol.

La construcción de consensos ha resultado muy dificultosa en nuestro sistema político, casi nula, ya sea por cuestiones de carácter personal, ideológico o de poder, pocas veces se logró sentar a todos los representantes en una mesa de trabajo, y más complejo es que de esa mesa se llegue a algo pragmático. Pero además hay que lograr el arraigo en el sistema estatal en sus tres niveles de gobierno (Nación, Provincias y Municipios), y en la burocracia estatal generar ámbitos de trabajos interdisciplinarios e interjurisdiccionales para elaborar y trabajar los planes desde diferentes enfoques.

En la Argentina hay déficit de 3,5 millones de viviendas según un informe de CIPPEC, o sea un tercio de las familias argentinas no tienen acceso a una vivienda digna, y con una tendencia constante al aumento del déficit habitacional.

Otra gran demanda de nuestra sociedad es la generación de trabajo genuino, transformar los planes sociales asistenciales en trabajo de calidad. Expresión muy usada por ser políticamente correctos y que todos los sectores políticos y sociales reclaman esta transformación, pero difieren sobre cómo alcanzarla.

El Papa Francisco al hablar de las tres T “Tierra, Techo y Trabajo” ha resumido en esa frase el anhelo de millones de personas de todo el mundo.

En un hecho inédito, el flagelo de la pandemia del Covid-19, logró inicialmente un consenso casi total entre todos los sectores sociales y políticos sobre cómo enfrentarla, y a pesar de que algunos sectores con el correr de los meses han cambiado de parecer, la mayoría de los actores principales del sistema político y social trabajan en conjunto y consensuan sus acciones a pesar de pertenecer a diferentes colores políticos.

Este incipiente consenso sobre la cuestión del Covid-19, bastante denostado por sectores radicalizados, puede ser el germen para generar nuevos consensos para la post pandemia y la reconstrucción del sistema económico y social del país.

Y la pandemia ha hecho más evidente y necesaria la construcción masiva de viviendas de calidad para el cuidado de la salud, y a la vez que de la pobreza y la precariedad laboral
Estas dos demandas deben tener un rol predominante en el diseño de las políticas de consenso post pandemia. Es importante que no sean solo medidas de un gobierno, en este caso el de Alberto Fernández, sino de la sociedad en su conjunto, además la planificación y ejecución de obras masivas de viviendas e infraestructura llevan varios años, con lo cual exceden los 4 años de una gestión.

El gobierno ha dado indicios fuertes sobre sus acciones de gobiernos para la construcción de viviendas creando el Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat, ha reimpulsado el PROCREAR (plan creado en 2012 y que se desfinanció en la gestión de Macri) y anunció planes de viviendas en todo el país para reactivar la economía. Todo en el marco de un impulso al desarrollo federal y territorial.

También hay una interesante propuesta de movimientos sociales llamada Plan General San Martin con el eje en la urbanización de barrios vulnerables, redistribución territorial, entrega de tierras a pequeños agricultores y la generación de 4 millones de puestos de trabajo.

Ahora bien, el alto endeudamiento del país, la restricción al acceso del financiamiento e inversión extranjera, las bajas reservas del Banco central y, la crisis económica y social que afronta el país, exigen que el Estado oriente su gasto público a reactivar la economía en la construcción masiva de viviendas dignas, en un circulo virtuoso que garantice ingresos a las familias más pobres y excluidas, las cuales podrán acceder a la capacitación y al trabajo de calidad en la construcción y en las industrias que la proveen, y así, mientras se reactiva la economía, crece el empleo y el consumo, y los otros sectores económicos se dinamizan. Este círculo virtuoso se debe sostener en pilares de una política económica que priorice el mercado interno, dotando de generar el mayor valor agregado a la posible a la producción, sosteniendo una inserción inteligente al mundo que permita la incorporación de tecnología sin que destruya la capacidad de industrialización del país.

Esta situación que deberá afrontar el país será parecida a una post guerra, recordemos que al final de la Segunda Guerra Mundial, los países europeos pudieron reconstruirse a través del llamado “Plan Marshall”, un plan económico creado a partir de préstamos de los Estados Unidos y un fuerte direccionamiento estatal, que corono con el Estado de Bienestar. En la Argentina, se tuvo una experiencia de fuerte intervención del gasto público en la construcción de viviendas, durante los primeros gobiernos de Perón, siendo la obra en Ciudad Evita una de las más emblemáticas de la época.

Hay varios puntos para el desarrollo de una política de empleo y vivienda que según mi punto de vista deberán analizarse y lograr consenso, tales como:

– Aplicación de una visión federal, desarrollando prioritariamente los emprendimientos habitacionales en las ciudades y pueblos del interior para favorecer el arraigo y la migración desde los grandes centros urbanos hacia estas zonas.
– Las nuevas tecnologías y los procesos de construcción se enfocarán a utilizar materiales producidos en el país para la construcción de viviendas de calidad. El cemento, la madera, el vidrio, el hierro son productos primarias con el que país cuenta pero será necesaria un aumento de su producción.
– Preponderancia de desarrollos urbanísticos, o sea la construcción planificada de barrios, sobre otros modelos como financiar viviendas en lote propio. Esto apunta a la reducción de costos y mejora de la calidad de la construcción.
– Impulso a la ampliación o refacción de la vivienda ya existente y habitada, en especial en barrios vulnerables.
– El Estado tendrá que promover diferentes estrategias de planificación y financiación, con fuerte eje en la inversión privada, generar una sinergia para afrontar las diferentes realidades y necesidades, no bastará solo con la inversión en viviendas sociales, tan necesarias, sino que se promoverá dar soluciones a los diferentes sectores sociales.
– Desde una visión del empleo se deberá generar la masificación de los saberes relativos a la construcción de vivienda.
– En el ámbito educativo y de capacitación se deberá promover la incorporación en la curricula de materias y saberes relacionados a la construcción de viviendas y desarrollos urbanísticos. Por ejemplo, a todos los alumnos de nivel secundario direccionará en su formación con una visión en la mejora del hábitat.
– Los Centros de Formación Profesional y las Universidades de todo el país incorporarán capacitaciones y carreras acordes a esta nueva necesidad.
– Plan para la Regularización del Trabajo que favorezca tanto a empleadores como a trabajadores.

La generación de consensos del gobierno de Alberto Fernández deberán ser articulados con todos los espacios políticos, movimientos sociales, organización empresariales y sindicales. Las cuales sentarán las bases para que no sean el esfuerzo de un solo periodo de gobierno, sino que en la alternancia democrática, las siguientes administraciones continúen el desarrollo social y de la construcción de viviendas con una impronta propia. Solo con el pasar de los años y las gestiones podremos saber si la construcción de viviendas realmente fue una Política de Estado, pero fundamentalmente si nuestro país fue capaz de despertar a un camino de desarrollo centrado en las personas a partir de la crisis mundial provocada por el Covid-19

Luis Antonioli es Licenciado en Ciencias Políticas, ex Subsecretario de Empleo de la Provincia de Buenos Aires, actual Coordinador Académico de FUNDITRA.

Fuente: IB24

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