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Por Oscar Cuartango.

 

En medio de un aquelarre económico, donde los pronósticos más optimistas ubican la inflación interanual para el corriente año en un piso del 45 % y los más pesimistas, superando el 55 %, y unas tasas de interés impagables para las Pymes, se generan varios escándalos que afectan seriamente la calidad institucional y vulneran el principio republicano de división de poderes.

Pasando por alto la eliminación del rango ministerial de las áreas de Trabajo y Salud Pública por la inconsistente vía de un Decreto de Necesidad y Urgencia, tema sobre el cual nos ocupamos en otras columnas y el público y mediático ataque de Elisa Carrió al Ministro de Justicia de la Nación, con el consiguiente pedido de enjuiciamiento, cuando el temperamento más prudente habría sido plantear el tema al presidente y si los argumentos de la polémica diputada lo ameritaban, pedirle una discreta renuncia, un Fiscal Penal de Avellaneda, pide al Juez de Garantías que correspondía, la detención del dirigente del gremio de Camioneros Pablo Moyano, fundado en la presunta comisión de ilícitos en el Club Independiente de esa localidad, presidido por su padre.

El dirigente, que se encontraba circunstancialmente fuera del país en gestiones sindicales internacionales vinculadas al cargo que ejerce, tan pronto se anotició de la orden dictada en su contra, anunció su retorno para el jueves último a efectos de ponerse a disposición de la Justicia y estar a derecho.

En Juez de Garantías competente, denunciando presiones de parte del Procurador General de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia para que diera curso a la detención requerida por el Ministerio Fiscal, dicta una resolución denegando la misma por no encontrar elementos suficientes para tamaña medida.

El Fiscal apela la denegatoria de la detención y recusa al Magistrado que la había denegado, por considerarlo con interés y parcialidad en el caso.

El Procurador de la Suprema Corte, Conte Grand, que accedió a ese cargo  judicial siendo Ministro de Gobierno de la Gobernadora María Eugenia Vidal, hace un raid televisivo cuestionando al juez que denegó la detención y manifestando que va a impulsar investigaciones administrativas y un eventual juicio político contra él.

Lo reseñado, magnificado en grado sumo y muy tendenciosamente por los poderes mediáticos hegemónicos, es por sí solo de una gravedad institucional tremenda, pero ello se potencia si recordamos la promoción a juicio político y suspensión en el cargo del juez platense en lo  Contencioso Administrativo Luis Arias, por haber fallado en sentido contrario  a los deseos de quienes hoy gobiernan, tal como pasó con varios jueces y camaristas del fuero Nacional del Trabajo, y afortunadamente no recibieran acogida en el Consejo de la Magistratura.

Debe tenerse presente, como muy bien explicitó un juez de la Cámara de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, que el Procurador General determina los lineamientos de las políticas punitivas a seguir por los fiscales, conforme a derecho, pero no pueden darle instrucciones de cómo proceder en los casos concretos y ninguna autoridad ni injerencia tiene respecto de los jueces, cuyo contralor está bajo la órbita de la Suprema Corte de Justicia.

Excede en mucho los límites de esta columna incursionar en la inocencia o culpabilidad de Pablo Moyano, cosa que por otro lado está fuera de la incumbencia  de quien suscribe. Pero a la luz del cúmulo de circunstancias reseñadas, en lo que a ese caso se refiere, como a otros mencionados somera, pero claramente, la gravedad institucional de la situación emerge diáfana y preocupante.

En homenaje a lo expuesto y a la incontrastable realidad que desde el 10 de diciembre de 2015 a la fecha los indicadores sociales en general y de pobreza en particular, laborales, económicos, sanitarios, han empeorado, excepción hecho de la organización y desarrollo de los juegos olímpicos juveniles y el logro de una importante cantidad de medallas por nuestros jóvenes atletas, a quienes nos gobiernan y a quienes de una u otra manera integran la alianza gobernante, ante las perspectivas agoreras que se viven y se avizoran hacía el futuro, les cabe la inolvidable frase de Ortega y Gasset en el Teatro Argentino de la Ciudad de la Plata, “argentinos a las cosas”.