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Por Claudio Siniscalco.

 

La imagen de un Macri desencajado y fuera de la realidad anuncia, entre otras señales, el derrumbe inexorable del régimen. Una vez más, el peronismo se prepara para asumir la reconstrucción de un país arrasado.

En su discurso del viernes, el último que pronuncia ante la Asamblea Legislativa, Mauricio Macri demostró que siempre puede exhibir una peor versión de sí mismo. Las innumerables mentiras, furcios, inexactitudes, actos fallidos y equivocaciones de distinto calibre, a los que ya nos tiene acostumbrados, reflejaron, tal vez con mayor intensidad que nunca, una desconexión alarmante con el mundo real. Pero además lució un semblante desencajado –no enérgico-, de excesiva excitación, hablando por momentos a los gritos. Quizás como resultado de un acting mal interpretado, quiso transmitir firmeza y entregó la imagen de un hombre alterado y fuera de sí.

Pero antes del viernes pasaron cosas. Desde que ganó las elecciones de medio término, el 22 de octubre de 2017, la realidad le resulta esquiva por donde se la mire. En diciembre de ese mismo año se produjo la brutal represión frente al Congreso de los manifestantes que se oponían a la sanción de la reforma previsional.

Un punto de inflexión

Los sucesos del 18 de diciembre, tanto la sanción de la ley de saqueo a los jubilados como la feroz represión, significarían un punto de inflexión para el régimen macrista. Desde entonces, el gobierno inició un declive, un descenso constante en el que pareciera que siempre puede estar peor.

El 2018 aportó, en abundancia, todo los ingredientes necesarios para configurar un escenario de crisis terminal: aumento de la pobreza, tarifazos, corrida cambiaria, despilfarro de reservas del Banco Central, bicicleta financiera, hiper devaluación, fuga de divisas, enriquecimiento del Presidente y de sus amigos, destrucción de la actividad económica, despidos, fantásticas tasas de interés, acuerdo con el FMI, hiper endeudamiento, inflación del 47,6%. Luego de la puesta en escena de la cumbre del G20 en Buenos Aires, con la que el gobierno mostró nuestra “integración al mundo”, el año finalizó con nuevos tarifazos, nuevos despidos y otras prolongadas vacaciones presidenciales.

La cloaca de Comodoro Py

Arrancamos el 2019 con la denuncia por extorsión contra el fiscal Carlos Stornelli, y sus derivaciones, que revelaron una trama de podredumbre que involucra a jueces, fiscales, abogados y falsos abogados, “periodistas” de los medios hegemónicos, miembros de las fuerzas de seguridad y espías varios. Todos ellos integrantes del aparato político-mediático-judicial de Cambiemos que trabaja para destruir al kirchnerismo y, de paso, enriquecerse a través de la jugosa recaudación de las extorsiones.

Es cierto que el aparato de persecución del régimen funcionó desde el inicio de la gestión y encarceló sin pruebas a varios dirigentes, empezando por Milagro Sala, ya en enero de 2016, y continuando luego con Amado Boudou, Julio de Vido, Luis D’Elía y Fernando Esteche, por mencionar solo a los más notorios dentro un listado mucho más numeroso de presos políticos.

Pero la caída de la causa de las fotocopias de los cuadernos (el engendro más reciente del gobierno) como consecuencia de la apertura de la cloaca de Comodoro Py puede significar, ya comenzado el año electoral, un nuevo golpe difícil de asimilar.

El ocaso

Como dijimos, desde aquel bochornoso 18 de diciembre de 2017 el gobierno no para de cosechar adversidades. Como su “gestión” consiste en destruir no solo al kirchnerismo sino al país entero, o por lo menos eso muestran, sin excepción, todos los indicadores sociales, económicos e institucionales, el régimen debe acudir a lo peor de su repertorio -basado principalmente en actos delictivos- para intentar la supervivencia.

Mientras tanto, el peronismo transita, aunque no sin contratiempos, un carril absolutamente opuesto. Dando muestras inequívocas de que la búsqueda de la unidad va en serio y que hay conciencia de que una reelección de Macri podría terminar con la Argentina, la única fuerza capaz de reconstruir el país se prepara para su retorno al poder.

El camino hacia la recuperación no será para nada sencillo. Cambiemos hará lo que sea necesario para poder seguir saqueando otros cuatro años: persecuciones pseudo judiciales, represión, campañas sucias, fraude. Ningún ingrediente está fuera del menú.

Pero la dificultad del objetivo es proporcional al beneficio de alcanzarlo. Volver a vivir en un país parecido al que soñamos no es poca cosa como horizonte a perseguir.

Fuente: IB24