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Por Liliana Aggio.

 

Se cumplieron seis años que vivo en esta maravillosa ciudad de Mar del Plata y paradójicamente se cumple el 20 de agosto cuarenta y cuatro años de la Masacre de Fátima. 

Siempre me inquietó llevar un poco de conocimiento de este hecho, dado que desde que milito aquí, muy pocos conocen de que se trata y creo que es el momento de hacer extensivo el conocimiento.

La Masacre de Fátima ocurrió en la ciudad de Pilar, donde los Compañeros fueron trasladados desde la Súper Intendencia de la Policía Federa al lugar, la cual era declarada Zona liberada. Allí fueron atados de pies y manos, obligados a permanecer en cuclillas y fusilados posteriormente. No conforme con esto, los cuerpos fueron dinamitados para ser enterrados en el Cementerio de Derqui.

Es considerada la matanza más brutal  cometida en la última dictadura militar. 

Pero como nada en la vida es al azar, no contaron conque a muy pocos metros vivía un casero que escucho el ruido de las detonaciones como así también los obreros que se disponían a sus trabajos, que escucharon y vieron lo sucedido y fue posteriormente testimoniado.

Como tampoco contaron con que los familiares (en los cuales, como hermana de uno de ellos me involucro) íbamos a posteriori dar muestras de sangre al maravilloso y notable Equipo de Antropología Forense y los cuerpos que no habían sido alcanzados por las bombas iban a ser identificados.

Esto es tan solo un breve relato de tan cruel hecho, no más significativo que de otros compañeros, ocurrido en diferentes Centros de detención, y con un final similar.

Solo me interesa dejarlo como conocimiento de una triste realidad ocurrida en nuestro país y reivindicar que “La Memoria no se pierde, la Lucha no se abandona y el que tiene alguna duda: SIGA A LOS PAÑUELOS BLANCOS“