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Por Alma Rodríguez.

 

En un ensayo titulado “Hacia una literatura sin adjetivos”, María Teresa Andruetto se pregunta “¿a qué sitio vamos para saber acerca de nosotros mismos?”  La respuesta a esa pregunta dada por la autora consiste en que “los lectores vamos a la ficción para intentar comprendernos, para conocer algo más acerca de nuestras contradicciones, miserias y grandezas, es decir acerca de lo más profundamente humano”.

En ese mismo ensayo, la escritora radicada en Córdoba define el relato como “un viaje que nos remite al territorio de otro o de otros, una manera entonces de expandir los límites de nuestra experiencia, accediendo a un fragmento de mundo que no es el nuestro” y como algo que “refleja una necesidad muy humana: la de no contentarnos con vivir una sola vida y por eso el deseo de suspender cada tanto el monocorde transcurso de la propia existencia para acceder a otras vidas y mundos posibles”.

Extraño oficio, el último libro de María Teresa Andruetto, constituye una especie de puesta en práctica de esa teoría ensayística no sólo porque los relatos que lo componen parecen viajes al territorio de otros sino porque su lectura permite la suspensión de la propia existencia para abordar esas otras vidas posibles. Cada una de las crónicas o pequeños ensayos que componen este libro semeja pequeños viajes al interior de historias, lugares y protagonistas que cobran vida gracias a la palabra y la narración de la cronista.

Las crónicas que conforman Extraño oficio surgen a partir de una columna de radio en Radio Universidad de Córdoba en el marco del programa “Nada del otro mundo” y dentro de la columna llamada “Gente conmigo”. Estas historias cuentan con la reelaboración necesaria hasta llegar al formato libro, es decir que viajan de la oralidad a la escritura.  “Contar es escuchar”, la cita de Ursula K Le Guin, es la premisa a partir de la cual parte la autora para construir esta cuidadosa colección de pequeños relatos:  Cada una de las crónicas que conforman Extraño oficio constituyen textos autónomos así como pequeñas partes de un puzzle que termina de completarse con la última de las piezas.

Un bar de Buenos Aires, un paraje lejano de la Patagonia, un lugar remoto de Colombia, un barrio perdido cerca de Asunción del Paraguay o un viaje en tren a Turin son algunos de los sitios donde surgen los relatos que dan vida a estas crónicas en las que no sólo hay un traslado en el espacio sino también en el tiempo a viejos lugares de la infancia -propia y ajena- o a anécdotas que surgen a partir de pasajes de la historia.

De esta manera, en Extraño oficio queda demostrado que, tal como dice uno de los personajes en unos de los episodios, “la palabra es poderosa”, “la palabra es lo más poderoso”, tan poderosa como la pluma de María Teresa Andruetto.

Fuente: IB24