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El reciente ataque en el que fallecieron nueve fotógrafos y reporteros afganos puso de manifiesto los peligros de ejercer esta profesión en el país. Pero para las mujeres, la situación resulta todavía más desalentadora.

 

Sediqa Sherzai es la directora de noticias de Radiotelevisión Roshani, un medio de comunicación de Kunduz, al norte de Afganistán. Las periodistas a su cargo se enfrentan a amenazas constantes, no solo por parte de los insurgentes, sino también de los hombres que les deniegan su derecho a trabajar en el sector.

“Cuando los insurgentes tomaron Kunduz en 2015, vinieron inmediatamente a por nuestra estación, porque no les gustaban los contenidos que emitíamos sobre los derechos de las mujeres”, dijo. “Pero la mayoría de los reporteros huyó antes de que llegaran. Saquearon nuestros equipos y destruyeron todo lo que no podían llevarse”.

Las elecciones, una oportunidad para ser escuchadas

A pesar de los desafíos que supone trabajar como periodista en un país conservador y afectado por el conflicto, Sediqa Sherzai está decidida a garantizar que se escuche la voz de las mujeres afganas en las elecciones previstas para octubre.

En la inestable provincia de Kunduz, donde parte del territorio se encuentra bajo control estatal, las mujeres dicen que tienen miedo a conversar con los medios y hablar sobre derechos humanos, y todavía más a defender abiertamente el cambio y la democracia. Sediqa Sherzai y las mujeres de su equipo rehúyen incluso las fotografías para proteger su identidad.

Las elecciones se consideran esenciales para consolidar los frágiles avances sociales y de derechos humanos que se han alcanzado en los últimos 17 años. La lucha de las mujeres afganas por el sufragio universal ha ido adquiriendo un amplio apoyo internacional en las últimas dos décadas.