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Tiene efectos devastadores en varias generaciones.

 

La violación, la violencia sexual y el maltrato son fenómenos que afectan a mujeres y niñas de manera generalizada; una de cada tres la ha sufrido en algún momento de su vida. En el día dedicado a promover la eliminación de ese flagelo, el Secretario General llama a los Gobiernos y a todos los sectores de la sociedad a rechazar la misoginia. 

Ocurren todos los días en todo el mundo y en todas partes: desde las instalaciones universitarias hasta los conflictos armados, las agresiones sexuales contra las mujeres y las niñas son tantas y tan cotidianas que no se pueden ignorar o silenciar. Según los datos de la ONU, una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual en algún momento de su vida. 

Para alertar sobre ese flagelo y combatirlo, la Asamblea General aprobó en febrero de 2000 una resolución en la que declaró el 25 de noviembre de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Desde entonces, cada año los Gobiernos, las organizaciones internacionales y las ONG coordinan actividades en esa jornada con el objetivo de elevar la conciencia pública y buscar soluciones políticas al grave problema.

ONU Mujeres consideró que es hora de alzar la voz para desterrar la cultura de la violación, cuestionar los desequilibrios de poder históricos y poner fin a la violencia sexual.

Con este propósito, presentó el paquete de acciones de la campaña Generación Igualdad, que condena la violación y advierte que es un atropello cuyos efectos devastadores duran varias generaciones, que destruye cuerpos y mentes y pone en peligro la paz.

La iniciativa aboga por no trivializar o permitir que la violación quede impune porque eso da pie a que la violencia sexual se normalice y a que se siga infravalorando a las mujeres y las niñas, dejando fracturados a comunidades y países enteros.

ONU Mujeres acusa la falta de denuncia o cuestionamiento de la cultura de la violación imperante en el mundo.

“Con palabras, acciones e inacciones; con leyes discriminatorias o tolerancia hacia los agresores; con los medios de comunicación que consumimos, los chistes de los que nos reímos y las actitudes que no discutimos, nos convertimos en parte de una cultura que permite que la violación y la cultura de la violación continúen”, alerta.

“No es no”

“No dijo que no”, “habíamos bebido mucho”, “lo provocó por vestirse así” o “hay que ser más tajante al rechazar” son frases que se usan para desdibujar los límites del consentimiento sexual y justificar las agresiones sexuales. 

De esta manera se culpa a las víctimas y se exime de responsabilidad a los agresores, pese a que hayan cometido un delito flagrante.

Es por esta razón que el primer punto del paquete de acciones de la iniciativa Generación Igualdad sostiene que cuando se trata de consentimiento no hay límites difusos: “no es no”, enfatiza.

ONU Mujeres destaca que la mayoría de las agresiones sexuales no las cometen personas extrañas en callejones oscuros, sino que es frecuente que el verdugo sea alguien a quien la víctima conoce o, incluso, que sea una pareja sentimental.

Erradicar la violencia contra las mujeres implica obtener el consentimiento en todas las situaciones, incluso en el ámbito del matrimonio y las relaciones de largo plazo, puntualiza la agencia de las Naciones Unidas.