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Se cumple el 50º aniversario de la trágica “Noche de los Bastones Largos”, ocurrida el día 29 de julio de 1966, durante la dictadura militar encabezada por Juan Carlos Onganía, que decretó la intervención de las universidades nacionales, ordenando a la policía que reprimiera a estudiantes y profesores de cinco facultades de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

En el recinto de sesiones del Honorable Concejo Deliberante de General Pueyrredon se llevó a cabo un acto de conmemoración y repudio. En la ocasión se entregó la distinción “Ciudadano Ejemplar” al Profesor e investigador Jorge Julián Sánchez, protagonista y víctima de esa aciaga jornada que cambió para siempre la evolución de vanguardia de la investigación científica argentina.
Estuvieron presentes el vicepresidente 1º del HCD, Héctor Rosso (AM); los concejales Balut Olivar Tarifa Arenas (monobloque), Patricia Serventich y José Reinaldo Cano (AA); Cristina Coria, Gonzalo Quevedo, Luis Rech y Mario Rodríguez (UCR, éste último autor de la iniciativa); Alejandro Carrancio (FR); Marina Santoro (FpV); el secretario de Gobierno, Alejandro Vicente (en representación del intendente Carlos Fernando Arroyo); el rector de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP), Francisco Morea; el ex rector, Gustavo Daleo; autoridades universitarias, referentes de organismos de derechos humanos, miembros de las Fuerzas Armadas e invitados especiales.
En principio se proyectó el video institucional “Historias de Abuelas. La identidad no se impone”, realizado por personal del Teatro Auditórium-Centro Provincial de las Artes. Luego, se pudieron apreciar dos videos más, sobre la triste jornada del 29 de Julio de 1966.
A continuación Rosso dio la bienvenida a los presentes: “Buenos días a todos. Gracias por haber venido a esta conmemoración. Es muy buena iniciativa hacerlo también en este lugar, donde se alcanzan consensos y disensos. Es la casa de la democracia, la casa del pueblo. Donde se toman decisiones que afectan a marplatenses y batanenses. Estamos hablando de una noche que tuvo sus consecuencias, que siguen al día de hoy. El 29 de julio de 1966 es un antes y un después de algo que no volvió a ser: la Argentina científica e investigadora. Es un tema que trasciende a la Universidad, ya que afectó a la sociedad argentina. Hay banderas que son de todos, como la autonomía universitaria. Son valores inalterables. Son de todos. Fue una luctuosa noche de la cual no pudimos recuperarnos”.
Por su parte, Vicente acotó: “Es bueno que desde esta instancia, como es el Concejo Deliberante, se recuerde ese luctuoso hecho. El uso de la memoria nos permite crecer como sociedad. Esa noche fue una enseñanza de lo que no debía hacerse en el ámbito de la Universidad, cuando la dictadura de Onganía pisoteó los principios que regían la autonomía. El autoritarismo, en cualquiera de sus formas, siempre afecta el conocimiento, el avance y la libertad”.
Después, Morea señaló: “Gracias por la invitación. La reforma universitaria de 1918 fue una revolución, un cambio de paradigma sobre lo que debía ser la Universidad en un país como el nuestro. Y fue inspirador en casi todos los países de América Latina de movimientos similares. Cátedras periódicas, no vitalicias; unidad entre ámbito académico y comunidad; autonomía. Hay que tener en cuenta que aproximadamente el 80 por ciento de la investigación científica se hace en la Universidad Pública. Sin autonomía no hay ciencia. Porque hacer ciencia es cuestionar lo existente. Y uno necesita libertades para cuestionar lo existente. No es una prebenda o un privilegio de la Universidad, sino una condición necesaria para que el país avance. No fue casualidad que un mes después de irrumpir, la dictadura de Onganía le pegó al núcleo pensante que podía ser la masa crítica que se opusiera a ese régimen. La posibilidad de ser independientes y soberanos está en el conocimiento, para desarrollarnos sobre la base de nuestros propios intereses”.
A continuación, Rodríguez expresó: “Fue una noche trágica, la de los bastones largos. Esa noche provocó un dolor que aún nos trasciende. Por eso impulsamos este acto en el recinto de sesiones del Concejo Deliberante. Y por eso vamos a distinguir a Jorge Sánchez. La Universidad tiene que ser el bastión del pensamiento y de la libertad, y el motor del desarrollo. Los protagonistas son los que resistieron, nos dieron un ejemplo y por eso seguimos defendiendo la educación pública, priorizándola en la toma de decisiones a nivel gubernamental basados en el conocimiento que emana de la Universidad. Ningún bastón podrá apagar la luz de las ideas”.
Finalmente, el propio Sánchez señaló: “Recuerdo mucho de ese día la violencia y todo lo que se destruyó. Cosas muy importantes. Nunca más la Universidad fue lo que era. Cuando entraron a la facultad se expresaron en forma discriminatoria hacia una ideología. Con palos, nos pegaron a hombres y mujeres. Simularon fusilamientos. Había ideas reformistas y humanistas, pero se trabajaba en conjunto, con una defensa única de la Universidad. Pasaron 50 años y siempre me pregunto por qué tanta violencia. Lo peor que pudo pasar fue lo que destruyeron. La Universidad tenía un futuro enorme, por como se había desarrollado. Nosotros tomamos la posición de renunciar. No era fácil quedarse en un ambiente como el que se dio después. No se podía hacer nada. Quería darles las gracias a todos por este reconocimiento. Es curioso. Es un reconocimiento por haber protestado. Pero lo asumo con orgullo y agradecimiento”.

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