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La falta de empleo para una porción mayoritaria de trabajadores en Argentina continua profundizándose y sin perspectivas de modificarse en el corto plazo. Lo que pareciera ser un subproducto de políticas coyunturales de Gobierno, representa un mecanismo general que tiene por objetivo mantener las ganancias de un sector reducido de la sociedad, a costa de la apropiación del trabajo ajeno y la precarización de las condiciones de vida de los sectores populares.

El país experimenta, desde mediados de la década del setenta, una caída y estancamiento del salario real respecto a los países desarrollados, al igual que niveles estrepitosos de desempleo. Este hecho, se debe fundamentalmente, a la implantación de un modelo de acumulación que se vale de una masa creciente de población que no puede realizar su fuerza de trabajo en el mercado y, como consecuencia, de la sobre explotación -pago del salario por debajo del valor de la fuerza de trabajo- de los asalariados, como ejes centrales de las operaciones empresariales. 

En el transcurso del año 2016, se vislumbra un aumento de los índices de desocupación en términos nacionales: “en el segundo trimestre de 2016 la tasa de desocupación para el total de los aglomerados urbanos registró un fuerte aumento respecto a igual periodo del año anterior: paso de 6,6% a 9,3% lo que representa el valor más alto desde el año 2007 e involucra a 1.165.000 personas” Los números no dan cuenta de la fragmentación del trabajo en la contemporaneidad, exceptuando las distintas formas de empleo parcial, temporario, sin registrar, precario, subcontratado, cuentapropismo, etc.

Si a ello se le incluye que “la inflación acumulada solo entre enero y agosto de este año es del 30,8%. Si se proyecta para todo 2016 la inflación mensual promedio experimentada entre enero y agosto, se obtiene una inflación anual estimada del 50%” las consecuencias son alarmantes: aumento del desempleo y paritarias por debajo de un 20% respecto a la inflación, es decir, una perdida creciente del poder adquisitivo de los trabajadores.

Mar del Plata, como es sabido, registra uno de los índices más altos de desocupación y subocupación de todo el territorio nacional “en el segundo trimestre de 2016, lejos de la temporada de verano, el indicador fue de 11,6%, 3,5 puntos porcentuales más que en igual periodo de 2015. En números absolutos esto representa 33.000 desocupados. La ciudad se encuentra entre las peores situaciones de la muestra nacional, dado que sólo es superado por Gran Rosario (11,7%) y luego le siguen Gran Córdoba (11,5%) y partidos del GBA (11,2%)”

Los trabajadores de la ciudad se enfrentan a una profundización del deterioro de sus condiciones de vida, la parálisis de las principales industrias locales, junto a la construcción y el puerto, dan cuenta del callejón sin salida en el que se encuentra la gestión del Intendente Arroyo y todo el arco político opositor. Junto al aumento de la desocupación, crece también la conflictividad social, que lejos de ser novedosa, requerirá de mayores niveles de unidad para enfrentar, no solo el ajuste impuesto a instancia Nacional, sino también la heterogeneidad de las condiciones laborales en la sociedad actual.

 1- Todos los datos del presente artículo fueron extraídos del informe socio laboral del Partido de General Pueyrredon, elaborado por el Grupo de Estudios del Trabajo (GrET) de la Universidad Nacional de Mar del Plata. El mismo se puede adquirir en: http://nulan.mdp.edu.ar/2549/ 

Gonzalo Peruzzaro. Docente ~ Investigador UNMDP. Militante del Votamos Luchar.

[1] Todos los datos del presente artículo fueron extraídos del informe socio laboral del Partido de General Pueyrredon, elaborado por el Grupo de Estudios del Trabajo (GrET) de la Universidad Nacional de Mar del Plata. El mismo se puede adquirir en: http://nulan.mdp.edu.ar/2549/

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