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Columna de opinión de Aníbal Ibarra, publicado por Espacio Popular.

En un día como hoy, hace exactamente 40 años, era secuestrada mi prima (hija de una hermana de mi papá) Sara Elba Grande. Le decíamos “Sarilín”, había nacido el 21 de agosto de 1957 y tenía 18 años cuando se la llevaron. Hasta hoy continúa desaparecida.

Militaba en la Juventud Guevarista y fue secuestrada en su domicilio de Lomas de Zamora en presencia de sus padres (Silvio Grande y Aurora Ibarra) y de sus hermanos menores, Silvio y Mirtha.

Con ella y nuestros primos y tíos pasábamos Nochebuena o Fin de Año juntos, siempre. Nos veíamos en reuniones familiares y  hablábamos y discutíamos de política;  cada tanto pasaba por casa (ella vivía en Lomas de Zamora y nosotros en el centro de la ciudad de Buenos Aires) y más de una vez  nos dejó para que le guardáramos varios ejemplares de la revista “El Combatiente”. Era vital, decidida, alegre y era “mi prima”.

Mis tíos hicieron lo imposible por encontrarla y sabían que hasta el año 1977 estuvo viva en centros clandestinos de la zona de Ezeiza. “Sarilín” fue vista por una sobreviviente, Ramona Ana Sánchez quien declaró ante la CONADEP (legajo 2711). Estuvo en dos centros clandestinos de detención (uno de ellos el Vesubio, el otro en la cárcel de mujeres de Ezeiza, en construcción) y en ambos vio a “Sara Grande (aprox. 18 años)”. Supimos que mientras estaba detenida/desaparecida cantaba la canción “Libre” de Nino Bravo.

Mi tía Aurora no dejó funcionario o militar sin enviarle una nota pidiendo por su hija y se entrevistó con  los pocos que le dieron una audiencia. Fue recibida por el entonces capellán castrense, Monseñor Graselli, quien “me dijo que en Ezeiza se encuentran las personas que no tienen  nada y que por lo tanto tenía que ponerme contenta, más todavía si sabía que estaba con vida” (legajo 265 de CONADEP).

Incluso le envió una carta al dictador Videla firmada por más de 100 vecinos quienes expresaban que avalaban “… en un todo a SARA ELBA GRANDE como buena vecina y compañera” y solicitaban “por su intermedio lograr extremar las medidas a fin de lograr su pronta aparición, garantice su vida y nos informe el lugar donde se encuentra detenida”.

Mis tíos con sus otros dos hijos pudieron viajar a fines del año 1979 a Suecia en calidad de refugiados. Todavía hoy conmueve la carta que escribió Aurora a un funcionario militar antes de partir: “no puedo dejar de expresar que el hecho de viajar sin mi querida hija me desgarra el corazón, como así también a mi familia… la tristeza, la angustia y el dolor como madre ante este tremendo drama… La angustia que llevo junto con mi familia es grande. Mi deseo era que mi querida hija viajara con nosotros”.

Mi tío falleció hace varios años y Aurora vive, ya viejita y guardando en algún lugar de su memoria las rondas en la Plaza de Mayo con un pañuelo blanco que siempre hacía cuando venía desde Suecia a la Argentina.

Hace poco presentamos en la Legislatura el libro “Desde el silencio” con escritos de jóvenes desaparecidos recopilados en su momento por Madres de Plaza de Mayo, línea fundadora.  Allí descubrí con emoción  un texto de Sarilín que me acercó nuevamente a ella y me trajo como tantas veces su imagen de adolescente rebelde y luchadora.

Algunos de los dictadores y represores que te secuestraron y te hicieron desaparecer murieron en la cárcel y otros están presos. Eso reivindica pero por supuesto que no salva ni compensa tu ausencia ni la de todos los desaparecidos.

Sara, Sarilín, prima… hasta la victoria siempre!