Page Title. Maximum length 60-70 characters
Por Claudio Siniscalco.
 

 

La imponente movilización que se vivió esta tarde en la Avenida 9 de Julio es un síntoma más -importante, pero no el único- del proceso de descomposición que sufre el gobierno de Cambiemos.

No se les puede mentir a todos, todo el tiempo. Apoyada en esa sentencia, la realidad se empeña en abrirse paso. Paradójicamente, haber salido airoso de los últimos comicios legislativos, tal vez haya sido lo peor que le podía pasar a un gobierno como el de Mauricio Macri, que no se caracteriza precisamente por su humildad y generosidad, valores necesarios para administrar las victorias, aunque sean escasas.

Ese módico triunfo electoral potenció, precisamente, su soberbia, su autoritarismo y su desvergonzado sentido de la impunidad. Luego de las elecciones parlamentarias el gobierno comenzó a descargar sobre la población toda su batería de medidas de ajuste (recorte previsional, tarifazos y despidos, entre otras).

Pero al salvajismo de su política económica se agregaron después los escándalos de corrupción protagonizados por altos funcionarios que esconden su dinero en guaridas fiscales, desfinanciando al Estado y potenciando futuras crisis por fuga de divisas.

Cuando el macrismo desató la cacería de dirigentes y ex funcionarios kirchneristas, los medios hegemónicos aliados del gobierno se hicieron un festín. Exhibían a los presos K mientras continuaba la ejecución de su perversa política económica. ¿A qué tipo de estrategia manipulatoria apelará ahora el Gobierno para convencer a la población de que la corrupción es buena si la practican ellos?

En este contexto debe entenderse la importancia de la impresionante concentración de esta tarde. La masiva presencia en las calles de organizaciones sindicales, políticas y sociales suma un elemento más a esa confluencia de factores que van hacia el mismo lado: el fin del proceso liberal-fascista y la recuperación de una alternativa nacional, popular y democrática.