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El gobierno de Macri no sabe adónde va, pero va. El economista Milei sostiene, según su ley, poco menos que el Gobierno está ante un callejón sin salida. Tasas imposibles, dólar desatado, inflación incontenible y un gabinete dividido naturalmente porque se trata de una “colisión” de intereses.

 

Macri logró pasar una vez más la deuda familiar al pueblo argentino, Peña favorecer a la familia, Quintana avanza con sus negocios de Farmacity, Luis Caputo gana endeudando a los argentinos, Sturzenegger lanza las Lebacs en favor del colectivo usurario corporativo, en tanto las empresas de energía resuelven sus problemas financieros con el hambre de los argentinos. Y así sucesivamente, Panamá Papers mediante, hasta que alguien se estrelle.

La voracidad, la avaricia y la usura no tienen límites. ¿Cuál es entonces el plan? No hay plan. Hay despojo sin límites. El Gobierno tiene información acerca del creciente rechazo social que sufre. Casi un 50 por ciento de la sociedad cree que gobierno no podrá realizar sus objetivos, dicen las encuestas en general, siempre generosas. Y de un lado y otro, las encuestas procuran favorecer al Gobierno. Un 35 por ciento cree aún, en esa visión siempre interesada, que Macri podrá resolver las contingencias en las que está en deuda. Cuando a Macri le va bien, los encuestadores dicen “a Macri” y cuando le va mal, dicen “al Gobierno”… como ahora.

Confrontar ¿con quién?

Ciertos analistas sostienen que Macri pasó de confrontar con el kirchnerismo, a hacerlo con su propio frente interno, su corpo empresaria. Además, pasados los dos años, los segundos semestres (recuérdese que cuando es posible comprender a Gabriela Michetti, dice cosas como que “vamos por un túnel” y en el segundo semestre, “vemos la luz”), las cosas van peor que antes y, según la mayor parte del pueblo argentino, no tan peor que lo que serán mañana y pasado mañana.

El alza de la tasa en los Estados Unidos, anticipada en Infobaires24 el año pasado, provoca que los dólares de inversión del exterior busquen ese país. Ni reventando las Lebacs, tarea del héroe del 2001 Stuarzenegger, esos capitales vendrán. Salvo dólares que llegan para convertirse en pesos y luego comprar dólares esperando que la divisa se vaya hacia los 30 pesos. Vender u$s 4.300 millones de las reservas no es precisamente un indicador de que está llegando la “revolución de la alegría”.

A todo esto, el Gobierno nacional y su par larretiano porteño, llevan las tarifas al paroxismo. Larreta pasó el subte de 7,50 a 11 y el mes que viene a 12. Así, para el macrismo, parece que hay que despojar a la sociedad hasta dejarla exhausta. Luego, creen que adjudicando a Cristina todos los males de la humanidad, se ganan las elecciones. Y que arrancando $70 mil millones a los jubilados, se logran aún más votos. Hasta los amigos del Gobierno hablan de “final de un camino”.

Las tarifas seguirán creciendo, ahora viene el agua, y pretenden que las provincias, como en 1820, no recauden sino para el Gobierno nacional. La sociedad rechaza la política macrista de tarifas pero a eso el Gobierno no le da bola. Entonces, las encuestas se atienden si hablan a favor en la realidad o en la generosidad conocida de los encuestadores. Así, el Gobierno quiere otra vez ir por el salario de los trabajadores, asaltar las paritarias y fugar, no tiene preocupación por la caída del salario y la producción. Cree en el despojo sin pausa. Su programa no explícito, entonces, es agotar los bolsillos.

Pero la crisis no es económica sino política. La oposición no muestra a quien pueda conducir el proceso político. Un 1° de Mayo, todos se empeñan en bajar los decibeles al reclamo popular y ayudan, no haciendo actos, al Gobierno. Hay soldados norteamericanos en el país y el Parlamento, que debe aprobar medidas de ese tipo, no dice nada, los políticos opositores no dicen nada, o tal vez uno ladra en la oscuridad. El Gobierno cierra institutos de profesorado, escuelas, y solo aparecen los gremios, ciertos sectores sociales, protestando. ¿Alguien vio a un diputado en las inundaciones?

No hay conducción. El viento se desplaza a sus anchas y, como se sabe, si no lo contiene, por ejemplo, el bosque nativo, avanza a mayor velocidad. A la sociedad le ocurre otro tanto, no hay contención de los colectivos políticos, la dejan echada a su suerte. Y cierran los ojos.

El Gobierno carece de mística. Comprobado que el programa de la campaña presidencial era una estratagema para mentir los objetivos, ¿qué pueden esperar los que lo votaron? Si sostienen el odio al peronismo y el gorilismo, pueden contar con votos, pero, ¿y los que se comieron “la revolución de la alegría”? En ese punto está parte de la discusión política con vistas a 2019, si el Gobierno quiere llegar a ese punto. En tanto, si la gente ya no cree en las promesas de Macri, ¿es posible que lo hagan con la propuesta 2019? ¿Eso hace subir o bajar las encuestas? Gran parte de la oposición opera con la lógica mercantil usuraria del puerto, puede llegar a dividir para que gobierne Macri. Un riesgo. ¿Algún dirigente creerá en la necesidad de recordar a Perón en cuanto a conducción u organización, o ya lo anotaron a la “pesada herencia” propia? ¿El Congreso opositor dirá algo o repetirá la experiencia del 1° de Mayo de no hacer actos?

Las encuestas dicen que cae la imagen de la política. La política, recordemos, es la polis, no ciudadanos de alto poder adquisitivo, cortesanos con cargos. En la reunión de la mesa chica se denominó opositores a los estafados por las tarifas e incluso se dijo cerca de Marcos Peña, “no es posible sincerar el sistema tarifario después de tantos años de mentira”. Y tienen razón, ya llevan como tres años mintiendo.