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Por Alejandro C. Tarruella.

 

La angustia de los poderosos. Mauricio Macri reapareció luego de varios días de no dar la cara, su estilo de estos tiempos, y habilitó a que alguien le crea que estos meses pasados “han sido muy duros”. Luego, se dejó ver con rictus de optimismo al otear el futuro que nadie sabe dónde está: “estamos empezando a salir mucho más fortalecidos”. No sabe dónde, cómo ni por qué.

“… Sé de la angustia con que se están viviendo estos meses”, se animó al intentar recuperar la estatura de jefe de Estado. Fue en el cierre del 54° Coloquio empresario de Idea y largó también: “La angustia de todos es mi angustia. Es una carga muy grande”, ensayó en una de las frases previamente escritas.

Luego se animó a la historia, ámbito en el cual no tiene mayores conocimientos, y dijo Macri que “La competitividad es todo, es mucho más que lo que decía el general Perón, que es la estrella polar en la que se tiene que referenciar un país, eso significa generar empleos privados de calidad. Eso significa darle un rol a cada argentino, que se sienta orgulloso de lo que hace”. Es decir, al modo de Videla, Martínez de Hoz, Cavallo o De la Rúa, eliminó al Estado del relato. Macri desconoce la historia y cree, como frecuentador, que la historia es pasado. Benedetto Croce, sobre quien no tiene mayores referencias y podría confundir con un empresario chatarrero, dijo alguna vez que “toda la historia es historia contemporánea”. En ese campo, Macri intenta  hacer pie en un pantano, toma frases hechas y vuelve a decir algo de lo que siempre dice.

Mauricio también revolvió el arcó de sus frases y se metió con la conectividad: “tenemos que conectarnos, tenemos el octavo país más grande del mundo, totalmente desconectado”, amenizó, y agregó que “hemos logrado un milagro en los puertos, hoy somos más baratos que Santos (Brasil), peleándonos con Dios y María santísima. Cada uno con un quiosquito, el peor era un impuesto de 90 dólares por contenedor, se lo había dado el gobierno anterior a Moyano y un amigo, un desastre. Esa pelea la tenemos que dar en todos los renglones. No podemos tener un costo de logística del doble que el resto de la región, no podemos tener elementos mafiosos en todo el sistema logístico, no puede ser”, sin reconocer que cuando se trata de tarifazos de su gobierno contra la sociedad, sí puede ser. Y pidió a los empresarios: “ustedes tienen que dar esta discusión, porque si esto no cambia, cientos de miles de puestos de trabajo, no se van a generar. No es una cuestión personal, limita nuestro futuro. Hoy hay gente que no puede llegar al puerto porque el costo es prohibitivo”.

Y el cuaderno no aparece

Macri regresó al tema de los cuadernos que no aparecen, y tiró cifras inciertas, ocurrencias que lo favorecen, al señalar que “Y vinieron los cuadernos, los bonos nuestros cayeron tres veces más después de los cuadernos” que nadie vio. El jefe de la Casa Rosada no podía en su intervención dejar de agredir al movimiento obrero y acusó a los gremios de “tener métodos mafiosos” que no especificó. Pidió en línea a sostener el neoliberalismo con el que se enriqueció junto a otros miembros del gobierno, y bregar por la competitividad.

No podía acabar esa parte de sus palabras sin pedir cambios en la legislación laboral para perjudicar a los trabajadores, y tomar de sus bienes para traspasarlos a los dueños del régimen. Mientras se intentaba una conversación con Rosario Altgelt, titular del Coloquio y Javier Goñi, presidente de IDEA, analizó: “una vez más, convoco a los gremios a que nos sentemos y hagamos cosas inteligentes para nuestra gente”. Una versión nada real de su cometido, que no contempla ninguna convocatoria para hablar de los temas que interesan al país y a los trabajadores.

Macri se veía apremiado porque al día siguiente de su reaparición pública, miles de trabajadores más movimientos sociales, iban a protagonizar una jornada histórica en Luján bajo el lema “Paz, Pan y Trabajo”, algo de lo que él se encuentra notoriamente alejado. Cuando expresó “no hay más mentiras ni realismo mágico”, hubo quienes se sorprendieron ante una revelación que, dicha desde sus palabras, aparecía como una autocrítica o podría ser tomada eventualmente con esa intención.

Un detalle muy significativo en la convocatoria es que no hubo aplausos para el Presidente en ningún tramo de su discurso. Algunos lo tomaron como una revelación acerca de su declinación en el poder y su credibilidad. “Pero lo que no te mata, te fortalece; estamos empezando a salir más fortalecidos”, afirmó y luego dijo que no hubo ningún presidente en la historia “más preocupado que yo por la generación de empleo” cuando casi todos saben que Macri desconoce la historia en general y la argentina en particular.

Lo notorio de lo sucedido en Mar del Plata es que la mirada sobre el gobierno es de distancia, falta de fervor y temor creciente de nuevos traspiés para la industria, la sociedad y el país.

El gobierno y Macri parecen no escuchar, no mirar, mientras que, hablando de cuadernos, causas de jueces del palo y flexibilización laboral, pueden retornar al realismo mágico y a la mentira de los semestres exitosos. La realidad del país, sin embargo, no la va con ellos y proyecta un cono de sombras sobre el gobierno, triste, solitario y final.