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Escribe Alejandro C. Tarruella.

 

En su reportaje grabado y editado con el proveedor del Estado y comunicador macrista Luis Majul, Macri habló de su partida al dejar próximamente su cargo. Y en su pretendido rol de jefe de la justicia, acusó sin límites a su padre, Franco, fallecido a principios de mes, y a Cristina Fernández de Kirchner.

Mantuvo casi las mismas premisas que esbozó desde que inició su mandato, según el guión de Durán Barba. Habló de la presunta “fragilidad en nuestro sistema económico” y repitió los clásicos “no tenemos moneda porque tenemos inflación”, “no hay más cepos” e “íbamos en camino a Venezuela” o “hemos atacado la pobreza estructural”.

“Empezamos a reordenar la economía”, expresó para afirmar el rumbo que hoy se repudia. Elogió al Banco Central y al Indec aludiendo a que “ahora dicen la verdad” para evitar referirse a las cifras concretas de inflación, tasas y otras, que muchas veces –caso tarifazos, aumentos desmedidos, saqueo de la economía de la sociedad- son dibujadas. No basta con contarle al publicista que hay gente que no alcanza a llegar a fin de mes con sus finanzas destruidas por el saqueo de los formadores de precios, la usura bancaria y otros. Hizo referencia a cosas que “están cambiando”, no dijo cuáles, y quiso reconocer que no sucede con la velocidad que él quisiera.

Sobre Cristina afirmó que “Ella no está bien, es una persona que niega la realidad y le echa la culpa a los demás de las cosas que ella hizo”, frase que podría bien ser atribuida a su propia performance, porque parece ser él quien no la acepta. Macri criticó además a Lavagna por ser parte de varios gobiernos, recordó que él puso las retenciones al campo en el gobierno de Duhalde y lo fustigó porque, en su idea, “la renegociación de la deuda fue malísima”. Es posible que lo haya afirmado debido a que perjudicó a los buitres.

“Si hay algo que nos pone orgullos es que tengamos libertad de opinión y expresión como en los mejores países”, dijo, y sin embargo dejó en claro que “Todos tienen derecho a opinar pero tienen que hacerse cargo de lo que dicen”. Si para muestra basta un botón, el miércoles 14 al hacer su exposición el Juez Ramos Padilla en Diputados, ante la Comisión de Libertad de Expresión que preside Leopoldo Moreau, hubo censura de medios corporativos privados y estatales. Solamente C5N emitió en directo la sesión. “Espero que el Consejo (de la Magistratura) lo destituya”, sostuvo respecto del juez Ramos Padilla. Como si ejerciera el poder absoluto del Estado y nombrara o echara funcionarios a su antojo.

Y dale con Cristina

Macri aseguró que “Cristina no cuidó a sus hijos, los involucró en las cosas que hizo”. Curioso: en la justicia las acusaciones armadas y publicitadas contra la ex presidenta están en proceso, en investigación, pero no hay sentencias. Sin embargo, como si él fuese el patrón de la justicia (si bien ejerce ese rol en nombramientos a dedo, decretos fallidos, etc.), luego de pasar por encima de los poderes del Estado, señala como si las causas se cerraran con veredictos de su propiedad. Ese episodio deja ver que el Estado de Derecho hace agua en la Argentina.

Luego de explicar que sentía orgullo por su padre, el empresario Franco Macri, lo acusó de cometer delitos en los gobiernos kirchneristas: “es un delito lo que hizo mi padre; él era parte de un sistema extorsivo del kirchnerismo en el que para trabajar había que pagar”. Así, otra vez cerraba las causas como si fuera el juez de un caso sin mencionar que él fue titular de empresas de su padre que estaban involucradas en los delitos a los que hacía referencia.

La fórmula de Durán Barba consistió en afirmar, por ejemplo, que hay inflación, y luego rebatir la idea señalando que el Indec, que da las cifras retocadas, “ahora dice la verdad” o reconociendo aspectos de la economía para decir enseguida que “hemos atacado la pobreza estructural”. Por eso emite frases como “Asumo todos los diagnósticos malos, pero hoy estamos mejor parados que en 2015”, e insiste en que “estamos reordenando la macroeconomía”, negando los diagnósticos.

Sin embargo, señaló tal vez sin controlarse, “No cometí ningún delito, me hago cargo del agobiante clima social porque lo siento más que ninguno y no tengo miedo de ir preso”. Lo que sorprende porque implica reconocer, es posible que inconscientemente, los riesgos de que lo que pueda suceder en el próximo gobierno.

Llegó a considerar en sus dichos a Majul: “Me hago cargo, lo veo en sus casas, en sus empresas, en sus comercios, sé que hay mucha gente que le cuesta llegar a fin de mes, sé lo que empezó a pasar en la Argentina a partir del año pasado” pero no se hizo cargo de nada. Los aumentos de marzo y los que llegan en abril están despedazando la economía de los argentinos.

Evaluó, además, la posibilidad de perder la elección y esbozó que respetaría la decisión de los argentinos. No dijo que la respetará. Después de todo, un reportaje grabado y editado permite su uso en cualquier sentido. No por nada, Humberto Eco sostenía que “Si un medio se decide a lanzar la máquina del fango, no es necesario hacerlo con acusaciones graves, de asesinato. En el periodismo contemporáneo lo que hay es un exceso de entrevistas”.