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Por Jorge Núñez Arzuaga.

 

El inicio del Siglo XXI trae una paradoja: mientras el avance tecnológico se acelera los derechos sociales retroceden.

Una mancha oscura y voraz se extiende sobre vastos territorios apropiándose de los recursos naturales, medios de producción y subjetividad de poblaciones enteras, utilizando sofisticadas herramientas de persuasión. Han acuñado nuevos procedimientos, conocidos como “Lawfare” en el campo de la manipulación judicial; “Fake News”, como la mentira organizada a través de los medios tradicionales de comunicación y las redes sociales de internet; y la anti política que pretende vaciar de contenidos a los desarrollos ideológicos que se traducen en proyectos populares.

Las consecuencias de tal proceso están a la vista: gobernantes elegidos por el voto ciudadano que devienen en una plutocracia rancia y deleznable; persecución y encarcelamiento de opositores al régimen; hambre y miseria galopante en los sectores medios; indigencia y marginación a los más desprotegidos; confusión y nihilismo para las nuevas generaciones…

En suma: la deshumanización creciente que es naturalizada como “la realidad” concreta e ineludible de este momento.

¿Y qué queda entonces por hacer al progresismo? ¿Dónde oír las voces que militan la utopía?

ES HORA DE “VOLVER A LA BANDERA”

Dicen los eruditos que en otrora batalla las fuerzas disgregadas en el campo, expuestas al peligro y la derrota, se reagrupaban al grito de “volver a la bandera”, allí donde flameara el estandarte sostenido con firmeza por los abanderados. Esa señal era el punto de encuentro. De reflexión. Un breve lapso para evaluar y trazar nuevas estrategias.

Valga la analogía para unirse y hacerle frente al antihumanismo con aquello que más teme: la solidaridad, la organización, la rebelión ante toda forma de violencia y opresión.

Existe una sensibilidad solo percibida por quien la experimenta: el amor por un país, por una historia común, por la comunidad. Esa Patria es el Otro, y el otro es toda la humanidad.

UN NUEVO HUMANISMO

“Los humanistas son mujeres y hombres de ésta época… Piensan en el porvenir, luchando por superar la crisis general del presente. Son optimistas, creen en la libertad y en el progreso social”, reza el Documento Humanista que sirve de marco conceptual a quienes actuamos en la política convencidos de que esta acción tiene sentido.

“Pero entre las aspiraciones humanistas y las realidades del mundo de hoy, se ha levantado un muro. Ha llegado pues, el momento de derribarlo…”

Para ello es necesario construir un gran movimiento capaz de erigirse desde la misma base social.