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Por Alma Rodríguez.

 

La literatura y, junto con ella, la escritura, tiene ese don de crear mundos en los que lo imposible puede suceder y en los que, por consiguiente, la imaginación constituye un superpoder para hacer que ocurra. Debe ser por eso que quienes escriben literatura están acostumbrados a convivir con la posibilidad de hacer posible aquello que parece inalcanzable. Será por eso también que las luchas que parecen difíciles se vuelven posibles cuando caen en manos de quienes las escriben.

Si de luchas se trata, en este presente distópico, la lucha de los escritores y escritoras no está en cuarentena y mucho menos aislada. En este sentido, ayer se llevó a cabo una histórica asamblea convocada por la Unión de escritoras y escritores en la que se dio nuevo impulso al proyecto de ley que promueve la creación del Instituto nacional del libro.

Pareciera que pasó un siglo pero transcurrió apenas un año y unos días desde el momento en que se presentó la ley para la creación del Instituto Nacional del Libro en la Feria internacional del libro de Buenos Aires. Desde aquel mayo hasta hora, pasaron el final de un gobierno, la esperanza por la llegada del siguiente, el comienzo de ese sueño y una pandemia, sumando, además, venir de cuatro años en los que la cultura en todas sus manifestaciones fue víctima del desmantelamiento, denigrada al rango de Secretaría y ninguneada por donde se la mire.

La reunión de ayer fue un hecho histórico dentro del ámbito de la cultura y de los libros, no sólo por la convocatoria sino por lo transversal del encuentro: escritoras y escritores de todo el país, representantes de diferentes colectivos y distintas fuerzas políticas, dibujantes, funcionarios de los distintos ministerios, y otras autoridades sumaron sus voces para dar fuerza al proyecto.

En primer lugar, abrió el encuentro por zoom el presidente de la Unión de escritores, el escritor Marcelo Guerrieri, quien expresó que a la pregunta de por qué es necesario un instituto del libro habría que preguntarse lo contrario: “¿cómo puede ser que no exista un instituto del libro?. En momentos de crisis como el que la industria del libro viene sufriendo desde 2016 y agravado ahora por el coronavirus nos preguntamos cómo puede ser que no existan políticas públicas que puedan generar efectos contracíclicos para el sector”.

Al no existir un instituto del libro que asista de manera integral, cada autor intenta salvarse como puede y asistimos a la falta de ayudas suficientes para el sector, violación de derechos autorales, librerías que cierran, autores sin posibilidad de pedir ayudas al Estado en tanto trabajadores, apuntó Guerrieri.

Tristán Bauer, actual ministro de Cultura, expresó lo central que representa la presencia de la literatura y los libros para su gestión. “En estos tiempos de pandemia mundial que espanta y mata son tiempos para la reflexión y para la acción”, dijo el ministro, quien recordó que junto a Nicolás Trotta y Natalia Porta López presentaron el Plan Nacional de Lecturas con el propósito de viajar por todo el país para llevar libros pero llegó la pandemia y hubo que llevar a cabo acciones de asistencia directa mediante subsidios y becas en este contexto.

“Nos parece fundamental este debate. Queremos ser partícipes de este debate. Son textos (el que plantea la ley) que tenemos que leer, estudiar y analizar una y otra vez.  En el artículo 2 del proyecto dice que “funcionará bajo la órbita de la Secretaría de Cultura del Ministerio de Educación, cultura, ciencia y tecnología de la Nación. Esto tiene que ser cambiado porque el gobierno de Mauricio Macri degradó el Ministerio de Cultura al rango de Secretaría,  así como lo hizo también con el Ministerio de Salud y hoy, por suerte, tenemos Ministerio de Salud, fundamental en estos tiempos y Ministerio de Cultura”. Y finalmente agregó: “Cuenten con el Ministerio de Cultura y con los aportes que podemos hacer desde el Ministerio”.

Luego, fue el turno de Nicolás Trotta, actual ministro de Educación, quien habló de la importancia de que se pueda avanzar en el proyecto de ley así como de haber puesto nuevamente en funcionamiento el Plan Nacional de Lecturas que había sido discontinuado. “Cómo recuperamos el hábito de la lectura y cómo la asociamos a un derecho”, dijo Trotta, y en ese sentido la escuela cumple un rol fundamental, un rol central. Asimismo, dijo celebrar que sea una iniciativa multipartidaria en la que participan distintas expresiones políticas. “Cuenten con el acompañamiento. Es un momento para que el Estado diga más que nunca presente”, cerró.

Por su parte, Daniel Filmus, principal propulsor del proyecto desde la Comisión de Cultura de la gestión anterior, manifestó que cada uno de los actores se ve representado en gran medida en ese proyecto. Es un proyecto mejorable que fue mejorado por la Comisión de Cultura, pero esa Comisión cambió y debe ser votado nuevamente, y también resaltó lo importante de la presencia de todas las fuerza políticas. “Lo fundamental es el tema del federalismo. Argentina es un país muy desigual y es un país muy desigual regionalmente. El 80 por ciento de las librerías están concentradas en tres ciudades. Lo que intenta el Instituto es darle posibilidad a todos los que producen, a todos los que escriben y llegar a todos los puntos del país”.

La reconocida escritora Claudia Piñeiro, al momento de hablar, expresó su agradecimiento a Daniel Filmus por todo lo que hizo “para que estemos hoy acá. Esta ley es para todo el sector y las distintas fuerzas partidarias. La ley nos conviene a todos. Mis compañeros de la Unión de escritores hicieron un trabajo extraordinario que es entrar tarde, modificar lo que se podía y aceptar lo que no se podía modificar. Este es un gran entrenamiento para demostrarnos que la unión hace la fuerza y que si nos juntamos vamos a lograr esta ley y más adelante vamos a lograr otras cosas. En esta cuarentena y en esta pandemia los escritores hemos sido los que más contenido hemos desarrollado. Esto marca, por un lado, la disposición como actores fundamentales de la cultura y, por otro, que alguien estaba necesitando eso: libros para leer en cuarentena, alguien que le leyera en cuarentena, estaba necesitado la palabra de un escritor que reflexionara sobre un determinado tema. Juntos vamos a conseguir esta ley y las que vengan”.

Dentro de quienes participaron de la creación del proyecto, una de las voces más autorizadas es la de Alejandro Dujovne, investigador del Conicet, autor, impulsor del proyecto de ley y uno de los participantes centrales de este proyecto, quien se concentró en algunas cuestiones puntuales. “El objetivo esencial es posibilitar un cambio estructural dentro del mundo del libro para hacerlo más diverso, más democrático y más federal”. Dujovne mencionó y desarrolló cuatro puntos fundamentales a tener en cuenta: la marcada concentración territorial, la fuerte concentración comercial, la pérdida de mercado externo, la ausencia de un espacio de articulación entre los distintos actores, las provincias y el Estado.

Eugenia Almeida, reconocida escritora residente en Córdoba, fue contundente y constituyó uno de los aportes más importantes en nombre de sus compañeros y compañeras al momento de opinar remarcando que es muy importante la creación del Instituto Nacional del Libro desde el Estado, que sea el Estado quien garantice un acceso más democrático, no sólo desde lo económico sino desde cualquier lugar del país y desde cualquier condición social pero también desde la creación.

“Que se esté discutiendo si escribir es o no un trabajo, nos da la pauta de cuánto tenemos que crear por la creación del Inla porque el Estado debe ser quien debe garantizar y crear el territorio en el que nadie ponga en cuestión que escribir es un trabajo. Dejemos atrás la idea de que escribe quien quiere, No es así: escribe quien puede, en tanto y en cuanto no se considere como un trabajo”.

Silvina Rocha, escritora integrante del colectivo Lij (Colectivo de literatura infantil y juvenil), dijo: “creemos en el acceso a la lectura como un derecho, volver a que se sepa quiénes somos, muchas veces somos invisibilizados aunque somos una parte fundamental dentro de la cadena del libro, incluso desde el punto de vista económico”.

Por su parte, tanto María del Carmen Bianchi (presidenta de la Conabip) como Natalia Porta López (directora del Plan Nacional de Lecturas) coincidieron en la importancia de una representatividad más horizontal dentro del posible instituto que se cree. Dentro de la necesidad de cambios en la representatividad, Porta López sugirió organizar algo similar al Consejo de lectura en el cual todos los actores estén representados desde ahora y hasta que salga la ley “y no esperar a que salga para empezar a juntarnos a generar políticas”.

Al momento de tomar la palabra, los y las escritoras y escritores manifestaron al unísono la necesidad de reconocer la escritura como un trabajo, no sólo como un oficio. Un trabajo que les permita vivir dignamente, comer y hacer frente a los gastos.  En ese sentido, Gabriela Cabezón Cámara, una de las voces más reconocidas dentro de la literatura, dijo estar muy conmovida por la reunión y expresó: “Autoridades, sepan que están hablando con trabajadores, somos trabajadores, si no se nos reconoce como tales, si no se nos reconocen nuestros derechos en tanto que trabajadores, sólo va a hablar la burguesía y me parece que no queremos eso y ustedes tampoco. Así que pido que por favor trabajemos en que se nos reconozca los derechos de trabajadores”. Que así sea.

Fuente: IB24