Page Title. Maximum length 60-70 characters

Por Lic. Norma Pierotti Luna.

 

Al tratar de escribir esta nota se me dispararon una gran cantidad de temas. Todos “críticos”.

En tiempos de pandemia nos vemos afectados de diversas maneras. Observamos una gran variación, según prioridades, valores con que nos manejamos en la vida y por sobre todo según sean nuestras zonas vulnerables.

Acá nos aparece, sin duda, afirmarnos en que toda crisis es una “oportunidad” para desarrollar salidas, soluciones, alternativas creativas que ni nos hubiéramos imaginado que podríamos disponer.

Pero, desde otra mirada, no podemos dejar de asociar la palabra OPORTUNIDAD con la DESIGUALDAD SINIESTRA que tienen los distintos sectores sociales de nuestro pueblo. En todos los ámbitos, la desigualdad genera vivencias distintas y requiere análisis completamente diferentes a la hora de abordar soluciones que se padecen. No es lo mismo quienes padecen falta de lo básico en la cuarentena o los que sabotean las medidas sanitaristas por no poder seguir ganando y concentrando más y más ganancias. Unos resisten, con solidaridad y medidas políticas, económicas imprescindibles, otros lloran como niños caprichosos que exigen el juguete más caro, sin entender otra razón.

Creo que considerar  este paralelo entre oportunidad y desigualdad nos exige una mayor profundización.

Pero lo cierto es que nos golpea fuerte a todos, todas, todes. A veces es un golpe que funciona como trampolín para generar adaptaciones a esta dura realidad. Y nos empuja “a pesar de todo” a un bienestar, que en forma creativa nos lleva a y nuevas prácticas y nuevos aprendizajes. Nos fortalece. Se pone en juego la capacidad resiliente.

Otras veces, en forma simultánea o alternante nos atrapa el bajón. Y aparece en primera línea confusión, miedos extremos, dolores físicos de todas partes, insomnio, irritabilidad, angustia, o cuanto menos nos traga un sillón y no nos deja levantarnos. O lo que es peor , siempre hay algún “otro” a quien echarle la culpa…y con eso sólo agudizamos conflictos y nos desconectamos de entender de dónde viene todo este daño.

Es humano. Ambas cosas tarde o temprano aparecen. A veces más a veces menos.

LA LUPA

La primera etapa, cuando irrumpió la pandemia, nos sorprendió, nos impactó y nos generó una sensación de parálisis ante tanta incertidumbre, e interrogantes. Era todo amenazante. Y allí se pusieron en funcionamiento todos los recursos defensivos posibles. Probablemente se hayan dado “alteraciones” inesperadas o que creíamos superadas.

En nuestro caso como sociedad hubo un agravante. Estábamos en pleno idilio y comenzábamos un proceso con aires de esperanza pos electoral. Todo estaba por repararse o reconstruirse y ese cambio en las expectativas nos agravó la intensidad del golpe pandémico.

O sea, pasado el primer gran susto, la cuarentena nos permite que “emerja” lo mejor y lo peor de nosotros como personas y como sociedad.

Si lo aprovechamos es como una LUPA que nos devela lo que estaba latente, como dormido o postergado en la cotidianeidad a la que estábamos acostumbrados.

Pero vayamos como síntesis a la sabiduría popular. ¿Se acuerdan de ese dicho “dime con quién andas y te diré quién eres”?. Bien, podríamos adaptarla y decirnos “dime cómo tomas la cuarentena y te diré quién eres”.

Veamos. Hay un concepto sobre Identidad, que nos da respuesta a la pregunta ¿quién soy? Y dice así: “Uno ES aquello que hace con lo que han querido que uno sea”.

Por lo tanto dependerá de cada uno y de nosotros como sociedad lo que hacemos ante esta adversidad para poder enriquecernos, mejorar humanamente o sucumbir en el lamento sin haber aprovechado esta dolorosa situación para aprender y salir mejores.

EL ZAPATO Nro. 38

¿Y si agregamos algo del salvador oxigeno del humor popular? Les pregunto: ¿conocen el cuento del ZAPATO Nro. 38?

Bien, brevemente, para quienes no lo conozcan. Se trata de un hombre que se encuentra con un amigo que lo ve con una expresión muy dolorida en su cara, y el cuerpo tensionado. ¿Qué te pasa fulanito? Te ves mal… ¿pasa algo?

Y le contesta: NO, es que me puse los zapatos 38. ¿Qué? sorprendido contestó el amigo, ¿Y vos cuánto calzás?

Yo, calzo 41, contestó.

¿Y entonces? ¿Por qué ese número de zapato?

Y le contestó, con aire de sabiondo y muy seguro: “Pero sabés lo que es llegar a casa y sacarme los zapatos... Ahhhh… es un placer !!!!!!

Moraleja: Podríamos pensar que la cuarentena nos ha permitido   también extrañar abrazos, besos, encuentros y cercanías cuerpo a cuerpo que ya no estaríamos dispuestos a derrochar como cuando lo teníamos al alcance de todos los días.

Alimentemos los deseos de amar y expresarlo en sus diversas formas que también nos llevan a ser mejores y más sanos.

Ya va a llegar... Como dijo Alberto Fernández, es posible como la libertad, si cuidamos la VIDA.

 

radio Globatium

radio en vivo1