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Por Maximiliano Borches.

 

Si bien no sorprendió el rechazo a la legalización del aborto libre, seguro y gratuito en la Cámara Alta, los 38 senadores que votaron en contra de este proyecto nacido en las calles para conquistar un nuevo derecho, cargarán en sus conciencias con la muerte de cada mujer que por diversas razones realice, a partir de ahora, un aborto clandestino.

La mayoría de los legisladores optó  por desoír las voces de millones de mujeres y hombres movilizados a lo largo y ancho del país. Los 38 votos que oficializaron el antiderecho exigido mayoritariamente por las iglesias católica y evangelista, abonan el oscurantismo que envuelve por estos tiempos las líneas de acción ideológica y política en la Argentina. Sin embargo, parte del futuro se presenta representado por estas nuevas generaciones que exigen nuevos derechos. La otra parte del futuro, dependerá de la organización inclusiva de cada reclamo, sectorial, social y político que confluya en la recuperación de una patria libre, justa y soberana.

Un Senado arcaico rechazó el reclamo de millones de voces de mujeres y hombres que a lo largo de todo el país, se movilizaron por la aprobación de la legalización del aborto libre, seguro y gratuito, para evitar que sigan muriendo mujeres (la mayoría pertenecientes a los sectores más humildes la Patria) en condiciones de precarización y destrato inhumano.

Un nuevo derecho pugna por implementarse, y teniendo en cuenta el cambio cultural que derivó en el debate por la legalización del aborto libre, seguro y gratuito en el Congreso de la Nación, su aprobación sólo es cuestión de tiempo.

En los días previos al debate que concluyó con el rechazo en Senadores al derecho del aborto seguro, libre y gratuito, nuestra sociedad volvió a experimentar un nuevo capítulo del oscurantismo que ensombrece a nuestro pueblo y al país en su conjunto, desde diciembre del 2015, cuando asumió como presidente, el empresario Mauricio Macri.

El lobby de las iglesias católica y evangelista resignificó los días previos del golpe cívico-militar-eclesiástico de 1955, cuando los aviones de la Marina de Guerra bombardearon la Plaza de Mayo, con la insignia “Cristo Vence” pintada en su fuselajes.

A pesar de su rechazo formal en la Cámara de Senadores, el aborto clandestino es una enlutante realidad que atraviesa a nuestra sociedad, y provoca la muerte de cientos de mujeres al año, en condiciones francamente deplorables. La avanzada generacional se hizo visible, y con su presencia, la discusión por la implementación de un  nuevo derecho se instaló en nuestra sociedad.

Sería un error estratégico que esa energía transformadora sólo quede en un reclamo. El reclamo por el aborto libre, gratuito y seguro debe formar parte de una agenda más amplia, que tenga como horizonte recuperar una patria libre, justa y soberana, para lograr la felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación.