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Por Néstor Piccone.

 

El 10 de octubre de 1989  en el Teatro San Martín, el sector menemista de la CGT, de la mano de Luis Barrionuevo, provocó un cisma sindical. De un lado quedaron los gremios de la CGT que bajo la conducción de Saúl Ubaldini habían enfrentado las políticas económicas protoneoliberales de Raúl Alfonsín y por otro lado el sector más negociador.

La precuela

Un puñado de gremios encabezados por Víctor de Gennaro de ATE, Mary Sánchez de CTERA, Cayo Ayala del Saon, y  Tato Miller de SICA, Alberto Piccinini de la UOM Villa Constitución, apoyó a Ubaldini. Este grupo trabajó como una corriente interna, en coincidencia con otros integrantes de la CGT mientras iba gestando su propia identidad político-sindical. Fue la precuela de la CTA.

Luego de las legislativas de 1991, donde Saúl Ubaldini jugó su capital político en las elecciones, el grupo tomó la decisión de comenzar un nuevo camino por fuera de la CGT. Fue el 17 de diciembre de ese año cuando en la sede del SAON firmó  la Declaración de Burzaco promoviendo la autonomía sindical de todos los partidos políticos.

El camino hacia la central

Hasta que en noviembre de 1992 los debates dieron forma a  un Encuentro Nacional realizado en el Parque Sarmiento de Capital Federal donde bajo la denominación de  “Hacia el Congreso de los Trabajadores Argentinos” se lanzó lo que dos años después finalizaría dos años después en el Luna Park con la ruptura definitiva constituyendo una nueva Central en la Argentina. Fueron tres años de discusiones internas en las que se debatió si había que fundar una nueva Central o hacer un partido político. Esos mismos sectores tuvieron sus experiencias políticas, fruto de las cuales Germán Abdala de ATE logró una banca de diputado en el Congreso de la Nación desde donde fundó el Grupo de los 8 junto al Chacho Álvarez y el Conde Ramos entre otros.

Esa CTA tenía como objetivo democratizar al movimiento obrero por vía de la afiliación directa  y el voto directo de las conducciones de  la Central. Se declaraba autónoma de todos los partidos políticos, el Estado y los empresarios luchaba por un modelo nacional y popular enfrentado a las privatizaciones que liquidaban el Estado de bienestar y la soberanía económica.  Recibía en su seno a desocupados, que ya comenzaban a constituir una nueva clase social de trabajadores sin trabajo; a los jubilados  y los organismos de derechos humanos y alentaba el por entonces al incipiente Movimiento de Mujeres.

Los nuevos buenos tiempos interpelan a la CTA

Una distinta posición hacia el kirchnerismo dividió a la Central en dos y luego hasta en tres conducciones.  El principio que hablaba de dirimir las diferencias por la vía democrática y el voto directo de los afiliados no funcionó como reaseguro y se impuso la fragmentación. ATE y CTERA-FTV que tenían el mayor caudal  de militantes quedaron en veredas opuestas. De Gennaro armó su propia herramienta política y se opuso al kirchnerismo junto a Pablo Micheli quien después daría cuerpo a una nueva división mientras Hugo Yasky, Roberto Baradel y otras organizaciones sindicales junto a los movimientos  sociales encabezadas por Luis D´Elía  (FTV) y Milagro Sala (Tupac Amaru) serían la expresión social y sindical de apoyo a los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. En esta gesta participaron sindicalistas como Pedro Wasejko del Neumático y Vittorio Paulón entre otros muchos.

Macri lo hizo

Desde el año 2015 cuando Mauricio Macri  renueva desde el gobierno y su apertura al capitalismo neoliberal internacional, las corrientes sindicales hicieron diferentes recorridos. Hugo Moyano que en los 90 había fundado el MTA junto a varios sindicatos y que nunca se fue de la CGT, que luego se convirtió en opositor al gobierno kirchnerista comenzó junto a su hijo Pablo a liderar un camino de acercamiento político y de acciones concretas a las CTA de Yasky y Pablo Micheli. En la CGT se creó otro núcleo importante denominado Corriente Federal que encabeza el bancario Sergio Palazzo junto a otros gremios. Todos juntos se encontraron en el Frente Sindical por el Modelo Nacional al que se sumó Ricardo Pignanelli y el SMATA.  Aquí también hay que mencionar la activa gestión de sindicalistas como Omar Plaini de Canillitas, incansable y eficiente promotor de la unidad entre los diferentes sectores; Héctor Amichetti, de gráficos y Daniel Catalano, de ATE, entre otros.

La decisión del Congreso del día 3 de octubre volver a la CGT, encabezada por Hugo Yasky, sector mayoritario dentro de la división ceteatista, es un hecho histórico. El camino iniciado hace 30 años para salirse de la estructura de la Confederación comienza a desandarse.

Son muchas las realidades que acompañan y obligan a este retorno, ninguna debería ser obstáculo para que los trabajadores argentinos encuentren una representación genuina a pesar de las diferencias de los dirigentes.

La CTA, allá por 1989 expresó un movimiento político-sindical-social que no cabía en una CGT ni tenía expresión en ningún partido.

Unidad hacia un nuevo contrato social

La unidad en la diversidad que logró el peronismo en este año 2019, tras la ofensiva neoliberal macrista, invita a que las organizaciones sindicales, sin deponer ideales, construyan la unidad del Movimiento Obrero Argentino, uno de los más importantes del mundo.

La nueva etapa tiene un signo distintivo, la ofensiva planetaria del capital sobre los trabajadores tiene dos vectores fuertes: la concentración del capital en un puñado de grandes empresas y familias, no más de un centenar en todo el mundo  y el avance científico a partir del Big Data, la Inteligencia Artificial y las Tecnologías de la Información y la Comunicación que inevitablemente están imponiendo un cambio civilizatorio y por supuesto en la organización del trabajo.

En la Argentina, la unidad del Movimiento Obrero, puede garantizarle a los trabajadores, ocupados y desocupados, la participación en la mesa donde deberían sentarse un Estado que defienda lo Nacional y Popular junto a las empresas nacionales y multinacionales.

La misión más importante para el próximo gobierno es la de lograr un nuevo Contrato Social, que incluya un Pacto Laboral pero también y fundamentalmente que avance en una nueva forma de progreso donde la tecnología sea la más conveniente para todos los argentinos y no sólo alimente la acumulación desenfrenada del capital.

Néstor Piccone, periodista y psicólogo, cofundador de la CTA. Primer Secretario de Comunicación de la Central, desde 1992 hasta 2001.

(InfoGEI)